
El sentimiento es evidente. Un aire de optimismo se respira alrededor del mundo luego de cinco días de incertidumbre por las elecciones presidenciales de EEUU. Y esta noche las palabras de Kamala Harris, la primera mujer en la historia en ocupar la vicepresidencia, dan cuenta de por qué ese sentimiento es cierto.
Harris representa el renacer de todo lo que durante cuatro años el planeta, y en específico Estados Unidos, vio como perdido, suspendido o en franco retroceso con el ascenso de Donald Trump: el empoderamiento femenino, el reconocimiento a los migrantes, a la ciencia; las posibilidades de crecer y hacer una vida en un país que por más de dos siglos se ha vendido como la tierra de las oportunidades. Hoy eso está latente de nuevo en cada una de las palabras de quien ocupará la Casa Blanca y que por primera vez no sueltan odio ni incitan al resentimiento o revanchismo.
“Seré la primera mujer en el cargo, pero no seré la última. Porque cada niña que me esté viendo esta noche verá que este es un país de oportunidades”. Esa no puede sino ser una promesa que toma un mayor significado viniendo de la hija de unos inmigrantes, que no dudó en reconocer que si está ahí, es por todas las mujeres que le abrieron camino, antes y ahora en las elecciones.
“Hoy pienso en todas las mujeres de Estados Unidos, en las migrantes, las afroamericanas, latinas. asiáticas, indígenas y ahora las nuevas mujeres que continúan su lucha para votar y ser escuchadas”
Hoy, al escuchar a Kamala Harris en medio de un estacionamiento para mantener una sana distancia y verla con un cubrebocas como un símbolo de la urbanidad y respeto a la ciencia y el prójimo en medio de una mortal pandemia, la sensación para muchos puede ser de optimismo, de alivio o incluso de alegría y total felicidad.
Es evidente que este proceso electoral está aún lejos de terminar. Que Trump no lo hará fácil y que quizás la transición no será tersa. Que los seguidores del actual presidente no son muchos, sino demasiados y que que harán lo necesario para que no los dejen de oír. Pero lo cierto es que por primera vez, después de mucho tiempo, más que nada si eres mujer, migrante, latino, afroamericano, dreamer, homosexual, transgénero, creyente o no creyente, lo que no se siente es miedo. Y curiosamente y por desgracia, eso es algo que ya se nos había olvidado.